El anilingus, popularmente conocido como beso negro, es un placer incomparable, ya que la multitud de terminaciones sensibles que tiene el ano en sus alrededores reacciona ante el menos estímulo.
El secreto es ir paso a paso, para permitir que crezca el morbo, y evitar dirigirse directamente al objetivo. Asimismo, una clave de esta forma de excitar al amante es sorprenderlo con los cambios de intensidad de las lamidas y de la tensión y la posisión de la lengua.
Yo soy seguidor de esta práctica, suelo enjuagarme durante minutos la boca con un buen vaso de astringosol justo antes de hacérselo a mi pareja, y suelo pedirle lo mismo… la sensación de “frescura” junto con su lengua y su saliva me provocan un buen de espasmos, he llegado correrme con solo esta práctica… ¡y el también!
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